Muy cerca de Atocha y del Centro de Arte Reina Sofía, concretamente en la C/San Blas,4, una pequeña calle paralela a la calle Atocha, nos encontramos el Restaurante Bodega de los Secretos.
Ubicado en el Barrio de las Letras, este restaurante que antaño fue una bodega, atesora una historia que pretendo contaros, aparte de animaros a ir a conocerlo porque merece la pena. Probablemente sea de las últimas de estas características que aún quedan en el centro de Madrid, y que gracias a la ilusión de unos particulares, que se empeñaron en su rehabilitación y conservación, podemos disfrutar el resto de los mortales.
La historia del vino en Madrid es muy antigua. De hecho, uno de los pocos oficios que se mencionan en el fuero de 1.202 (documento que nos cuenta la vida de la ciudad en los siglos XII y XIII), es el de taberneros/as y vinateros/as, que eran desempeñados tanto por hombres como por mujeres.
Los precios del vino los fijaba en Concejo, y vender vino adulterado suponía imponerte una multa.
En la Edad Media aumentó el cultivo del vino, con lo que se convirtió en un producto importante en la alimentación de los madrileños. Además, también se utilizaba con fines sanitarios de desinfección de heridas.
Los dueños de los viñedos eran particulares (casi todos los vecinos tenían su viña), que en su mayor parte trabajaban ellos mismos y con ello cubrían sus propias necesidades. Para la buena conservación del "oro rojo", se construían bodegas subterráneas, algunas con su propio lagar, donde se almacenaba en cubas de madera o tinajas de barro.
A finales del Siglo XVI, al aumentar la población y la llegada de la Corte que conllevaba por tanto el aumento del consumo, prosperaron los oficios que estaban relacionados con la elaboración y venta del vino: bodegueros, taberneros, tinajeros, etc.
Tanto el solar como el edificio donde se encuentra ubicado el restaurante, tiene su historia.
El local se encuentra situado en la manzana 255, que comenzaba a numerarse por la calle de Atocha, continuaba por San Pedro, San Blas y Alameda, y a continuación volvía a Atocha, denominaciones que aparecen reflejadas en el plano de Pedro Texeira de 1.656 (cartógrafo portugués al servicio de Carlos IV).El solar, que posteriormente (un siglo después), se convertiría en la Casa nº 6 de la manzana 255, estaba ocupado a mediados del siglo XVII, por 5 casas, una de las cuales pertenecía a Pedro Martínez de la Membrilla que era tabernero.
Parece ser que en esta zona de Atocha ya se vendía vino hace más de 350 años. Se sabe que por la Planimetría General de Madrid, a mediados del siglo XVIII, la Casa número 6 era propiedad de la Congregación de San Felipe Neri (Asociación religiosa de beneficiencia), de seglares siervos de los pobres enfermos del Real Hospital General, que se encuentra situado al otro lado de la calle, donde hoy se encuentra el Museo de Arte Reina Sofía.
Es bastante probable que por aquel entonces se construyera la bodega, y puede que sobre alguna construcción anterior. Sobre este solar, que corresponde actualmente a los números 109 y 111 de la calle Atocha, en otras épocas se construyeron otros edificios.
En el año 1.897 Melchor Vega era el dueño de una tienda de vinos en el número 139 de la calle Atocha, (su apertura se produjo en 1.875), y solicitó al Ayuntamiento una licencia para continuar, la cual le fue concedida.
La bodega tenía todos los elementos necesarios para la elaboración de vinos y una gran cueva de cañones con sus útiles para la colocación de las tinajas que sirven para la conservación de los vinos. Así se puede observar en la escritura de 1.921 firmada por un representante de la Congregación de San Felipe Neri que se encuentra guardada en el archivo General de Protocolos.
Los edificios que tenían un máximo de dos alturas al ser antiguos, fueron derribados, y en su lugar se construyeron los actuales de la Calle Atocha 111 y posterior a la calle San Blas.
En la cornisa de la fachada del edificio de Atocha, se puso un adorno conmemorativo adornado con la imagen de San Felipe Neri, patrón de la Congregación
Lo curioso de todo esto es observar que el local se encuentra ocupando el sótano de los edificios de la calle Atocha (109 y 111), así como, el bloque de la calle San Pedro y de San Blas (2 y 4). Estamos hablando de más de 300 metros cuadrados bajo estas viviendas, y a pesar de los sucesivos derribos y nuevas edificaciones realizadas, el sótano de galerías y las bóvedas se han mantenido casi inalterables, aunque llegaron a estar en un estado ruinoso. Hace algo más de diez años empezaron con su recuperación.
"La Bodega de los secretos" efectivamente está llena de secretos, pero qué os vais a encontrar allí abajo???
Cuatro galerías con forma de alguna manera de claustro. De la primera (la más espaciosa y con techos altos), que va paralela a la calle San Blas, parten otras dos, que al final se unen por un pequeño túnel abovedado.
Cuatro galerías con forma de alguna manera de claustro. De la primera (la más espaciosa y con techos altos), que va paralela a la calle San Blas, parten otras dos, que al final se unen por un pequeño túnel abovedado.
En las galerías te encuentras una serie de grandes hornacinas que es donde se debían colocar las tinajas que contenían vino en su interior.
Cabe la posibilidad de que las galerías puedan haber sido construidas en épocas distintas, ya que se aprecian ciertas diferencias entre ellas que dan pie a esas conjeturas. Están hechas de ladrillo a excepción del centro, el corazón de los pilares de los gruesos muros que soportan los arcos, que llevan un refuerzo de silex.
Las bóvedas del restaurante son magníficas y con muchos detalles. Algunas de ellas nos recuerdan a las de algunas iglesias.
Tras uno de los muros se descubrió un largo y misterioso pasadizo cuyo comienzo se puede contemplar gracias a la colocación de un espejo. Probablemente el destino del pasadizo fuera el Hospital General con el que seguramente se comunicaba la bodega.
Durante las obras, aparecieron distintos elementos como restos de tinajas con su soporte, y en algunos lugares del local, puedes apreciar estos productos. Algunas incluso guardan en su interior vino como en el pasado.
También nos encontramos con otro tipo de decoración:
La Bodega de Los Secretos, es un restaurante magnífico cuyo propietario (Raúl Muñoz), se entregó a tope en su restauración, que con esfuerzo ha logrado conservar todos los elementos constructivos y materiales en la medida de lo posible.
En las zonas en que el deterioro era tan grande que no se podían recuperar, los ladrillos fueron sustituidos por otros realizados a la antigua usanza en una fábrica artesanal en Arévalo, en la que milagrosamente se continúan haciendo a mano, como hace siglos.
C/ San Blas 4
28014, Madrid (Madrid)
Reservas:
Fantástico lugar para disfrutar de la comida y la historia q le rodea..... Os animo a probar merece la pena
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ResponderEliminarTu sabes...
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